Uno esperaría que no tuviéramos que preocuparnos en lo más mínimo por los agentes de policía que conducen bajo los efectos del alcohol, pero resulta que es una preocupación muy válida. Tanto es así que el jefe de policía de Seattle, John Diaz, envió un memorando diciéndoles a los agentes que no lo hagan.
Se podría pensar que esto sería de sentido común. Después de todo, dependemos de la policía para que atrape a los conductores ebrios por nosotros: los detecte, los detenga y los arreste. Se supone que deben protegernos de los conductores ebrios, no ser los conductores ebrios. Pero el año pasado, más de once empleados del Departamento de Policía de Seattle fueron investigados por DUI. Si nos preguntas, son once de más. Ese número incluía a un oficial llamado John Fox, quien estaba en estado de ebriedad y fue la causa de un accidente automovilístico múltiple. En diciembre, dos agentes, Sean Moore y Maria Gochnour, estrellaron su coche contra un poste mientras estaban bajo los efectos del alcohol.
De ahí la nota. Recordó a los agentes que la tolerancia de la comunidad hacia los agentes que conducen ebrios es "muy baja". Cambiaríamos eso a "básicamente inexistente". Con suerte, veremos caer las cifras este año y no tendremos que oír hablar de nuestros héroes de azul convirtiéndose en criminales de uno de los tipos más repugnantes.